Alimentación

El truco de una gastroenteróloga para comer el pan de manera ‘10 veces más saludable’ con un solo gesto: “Se transforman”

La doctora Karen Alarcón ha publicado un vídeo en redes sociales en el que explica por qué conviene congelar el pan antes de comerlo.

Many mixed breads and rolls shot from above.
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Marta Rodríguez Peleteiro
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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El pan es uno de los alimentos más antiguos y universales de la historia de la humanidad. Desde las civilizaciones antiguas hasta nuestras mesas actuales, ha estado presente como un pilar fundamental en la alimentación diaria de millones de personas. Su simplicidad, versatilidad y valor nutricional lo convierten en mucho más que un acompañamiento: es una fuente de energía, tradición y cultura. Este se consume en casi todos los países del mundo, aunque con variaciones culturales y regionales muy marcadas. Desde la baguette sa, el naan indio, la pita del Medio Oriente, el pan de maíz latinoamericano, hasta el pan de centeno escandinavo, cada versión refleja la historia y los ingredientes propios de cada región.

Este es una excelente fuente de carbohidratos complejos, que son esenciales para proporcionar energía al cuerpo y al cerebro. Dependiendo del tipo de harina utilizada, también puede aportar fibra, proteínas, vitaminas del grupo B y minerales como hierro y magnesio. Por ejemplo, los siempre tan recomendados panes integrales o de granos enteros contienen más fibra y nutrientes que el pan blanco tradicional, lo que los convierte en opciones más saludables.

Y para todos aquellos que se preguntan si su consumo es bueno para la dieta, hay que responder que, como con todos los alimentos, el equilibrio es la clave. El pan, especialmente en sus versiones integrales y artesanales, puede formar parte de una dieta equilibrada. Lo importante es moderar las porciones y prestar atención a los ingredientes, evitando panes ultraprocesados con exceso de azúcar, grasas o aditivos.

10 veces más saludable

Pero, además de fijarse en esto, hay ciertos trucos que nos pueden ayudar a consumir el pan de una forma mucho más saludable. O “10 veces más saludable”, como apunta la gastroenteróloga Karen Alarcón, quien en un vídeo divulgativo en Instagram explica cómo lograr esto con un pequeño cambio en los hábitos.

El método de esta doctora consiste en congelar el pan y calentarlo antes de consumirlo. “Si congelas el pan y luego lo calientas, ya sea en una sartén o en una tostadora, gran parte de los carbohidratos del pan se transformarán en fibra prebiótica, que no solo beneficia tu microbiota, sino que también regula la glucosa en sangre”, explica. “Recuerda que el almidón, debido al efecto del calor, se digiere mejor, por lo que sin duda tendrás menos molestias abdominales y gases”.

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Para congelarlo, conviene envolverlo en un film o meterlo dentro de bolsas de congelar para que no absorba los olores del congelador ni se estropee con el frío. Después, es preferible que se descongele solo, a temperatura ambiente, para recuperar su textura natural, tapado con un paño para que no se seque.

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