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Jon Rahm vuelve a la ‘casa de los horrores’ del US Open

Rahm se enfrenta por segunda vez a Oakmont en un US Open que se prevé descarnado. Josele Ballester debuta como campeón del US Amateur.

Jon Rahm vuelve a la ‘casa de los horrores’ del US Open
ANDY LYONS | AFP
Jorge Noguera
Nació en Madrid en 1995. Doble grado en Periodismo y Audiovisuales por la Rey Juan Carlos. Un privilegiado, hace lo que siempre quiso hacer. Entró en AS en 2017 y se quedó. Salvo un paréntesis en Actualidad, siempre en Más Deporte. Allí ha escrito sobre todo de rugby, golf y tenis. Ha cubierto el British Open, la Copa Davis o el Mutua Madrid Open.
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Si esto fuera un prospecto les aconsejaríamos que se midiesen la tensión antes de cada dosis durante los próximos cuatro días, que evitasen las grasas saturadas y que se hidraten adecuadamente. Lo que van a presenciar en el US Open que arranca este jueves (14:00, Movistar Golf) en Oakmont (Pennsylvania, EE UU) será golf en su estado más descarnado. Será estimulante, será emocionante. No será agradable.

Salvo que la lluvia asista, cosa probable el fin de semana, se puede esperar un ganador en el entorno del par. En ningún caso muy lejos de él. El registro de las nueve ediciones previas en esta sede, la ‘casa’ del US Open (con esta se convierte en la más visitada de la historia del torneo), en cuya rotación entró por primera vez en 1927, arroja los -5 de Ben Hogan en 1953, Johnny Miller en 1973 y Ernie Els en 1994 como los resultados más bajos de un ganador allí. Ángel Cabrera se fue hasta +5 en su victoria en 2007.

Y los días previos han sido básicamente una sucesión de vídeos que muestran a algunos de los mejores golfistas del mundo, tipos con velocidades de swing que rondan los 200 km/h, incapaces de avanzar la bola 50 metros desde el rough. De eso, al fin y al cabo, se supone que va un US Open. La USGA, que, por suerte para los participantes va con el freno de mano echado desde la masacre de hace siete años en Winged Foot, propone, y los dioses del golf disponen.

A ese destino inescrutable, aunque sí hay algo que se puede esperar de Oakmont y es un gran campeón (a los citados anteriormente habría que añadir a Nicklaus, Dustin Johnson o Ángel Cabrera), se enfrentan desde esta mañana 156 golfistas en el ‘torneo más abierto del mundo’, que entre sus cuentos de hadas incluye este año a un antiguo caddie del campo reconvertido en dentista clasificado a través de una previa en Wisconsin.

La aportación española al elenco se reduce este año a Jon Rahm (desde las 19:14 hoy) y Josele Ballester (13:30). Un diestro que ya ha dado grandes tardes y un novillero que toma la alternativa tras convertirse el año pasado en el primer campeón español del US Amateur, debutante la semana pasada en el LIV con un 50ª plaza que invita a pensar en el corte como meta. Él mismo, el 21º español que debuta en 124 ediciones de la cita, dice que se ve lejos de los mejores. No lo estará por mucho tiempo.

El que lleva Jon Rahm sin ser un factor real en la ecuación de un major. Una secuencia de año y medio que coincide en el tiempo con su afiliación a la superliga saudí. Sin victorias en lo que va de su segunda temporada, ya reconoce que los 21 top-10 que ha apilado, incluyendo dos títulos el año pasado, no son la medida ideal de un jugador de su calibre: “He jugado buen golf, pero mentiría si dijera que conseguir top-10 en un field más pequeño no es más fácil (el PGA se mueve en torno a 150 jugadores en un torneo regular y el LIV alinea 54). ¿Con fields completos hubiese conseguido tantos? No. Cambiaría varios de ellos por alguna victoria más”.

El último llegó hace unos días en Virginia, donde volvió a dejar sensaciones encontradas. En Oakmont su único precedente es en 2016, cuando fue el mejor amateur y top-25. Eso, y que si esto va a ir de selección natural Rahm está ente los más fuertes (pongan ahí a Scheffler, DeChambeau y McIlroy, los candidatos perennes en el Grand Slam ahora mismo), es el clavo ardiendo del golf español ante un US Open que se prevé tan crudo como necesario. Un oasis de verdad golfística en el que los pares son birdies y no hay ganador injusto.

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